Una vida a caballo

hípica | Dic 2019
Por Carlos Miguel
A sus 31 años, Maikel van der Vleuten se ha asentado en el top 20 del Longines FEI Ranking pero han sido muchos los meses en los que su nombre ha figurado entre los 10 mejores jinetes del mundo. Nadie discute hoy su talento y su profesionalidad pero son muchos los jinetes con grandes cualidades que ni han llegado ni llegarán nunca tan alto. Para eso hace falta además esfuerzo, dedicación, suerte y un entorno propicio.



Si algo es indiscutible es que Maikel van del Vleuten nació y creció en el ambiente adecuado para llegar a ser un jinete de élite: “Nací entre caballos, mi padre estaba entonces en la cima de su carrera, teníamos la cuadra llena, y a mí me encantaba estar allí”. Siendo miembro de la familia van der Vleuten, estar entre caballos, montar, saltar y competir era lo más natural pero él nunca lo sintió como una obligación: “Nadie me empujaba ni me obligaba a ello. Mi carrera deportiva empezó con ponys pero yo entonces no pensaba en términos profesionales, simplemente hacía lo que me gustaba, era mi hobby. De ahí pasé a los caballos pero como consecuencia de un proceso lógico, fue algo automático que fue sucediendo de forma natural”. Maikel pasó su infancia calzándose botas de fútbol y de montar pero pronto tuvo claro cuáles colgaría antes. Los caballos pudieron más que los balones y cuando terminó el colegio decidió seguir los pasos de su padre: “En aquella época él estaba muy poco en casa porque se pasaba el año compitiendo. Cuando era más pequeño daba clases un par de veces por semana con su entrenador y era mi madre la que me acompañaba a los concursos. Conforme pasé a los caballos y a competir más grande empecé a coincidir más con él y eso fue una gran ayuda”.

Ser hijo de un jinete de élite es, efectivamente, una gran ayuda pero también puede ser una pesada carga. Demasiados ojos pendientes pueden quebrar la confianza y la seguridad de cualquier deportista en formación: “Nunca sentí que ser hijo de Eric van der Vleuten fuera una carga, nunca sentí presión por ello ni pensaba en eso, puede que la gente alrededor de mí sí lo hiciera pero yo no. Mi padre me entrenaba, me ayudaba y me echaba un ojo pero siempre me dejó mi espacio y que fuera yo el que resolviera las situaciones por mí mismo. Si veía que hacía algo mal me lo decía y si veía que las cosas iban bien me dejaba seguir. Otros entrenadores, en cambio, marcan cada paso a sus alumnos y no les dejan pensar por sí mismos de forma que cuando van solos a un concurso no saben qué hacer”. Maikel sumó numerosos éxitos como juvenil y joven jinete, llegando a lograr 4 medallas en Campeonatos de Europa, y empezó a compartir con su padre sueños, competiciones y victorias. En 2012, sin embargo, todo cambió: “Mi padre había hecho un gran trabajo con Utascha, a la que llevó a lo más alto formándola desde abajo, pero se produjo una situación inesperada con la yegua y decidió hacer una parada en su carrera. Siguió montando en casa pero decidió centrarse en la formación de alumnos y en mí. Mi carrera siempre ha sido muy importante para él y en esa época trabajó muy duro para que yo pudiera seguir teniendo los caballos adecuados y pudiera tener una carrera deportiva”. Muchas cosas han cambiado desde aquel 2.012. A pesar de su juventud, Maikel es ya un jinete experimentado que ha aprendido a volar solo pero que no olvida de dónde viene ni lo que necesita: “Yo ya tengo suficiente experiencia para trabajar solo en casa, de forma independiente, pero si tengo alguna duda mi padre siempre está ahí para ayudarme. No he pensado en trabajar con otros, desde pequeño he entrenado con él y me ha ido muy bien, creo que cuando algo funciona, cuando los resultados son buenos y cuando hay entendimiento mutuo no hay necesidad de cambiar, creo que hemos ido en la dirección correcta. Eso no quiere decir que no tenga los ojos abiertos y no me fije en lo que hacen los mejores jinetes, siempre estoy intentando aprender”.



La carrera de Maikel van der Vleuten no podría explicarse sin dos figuras clave: una, como ya ha quedado claro, es la de su padre y la otra es la de un caballo que llegó a su vida cuando él apenas tenía 17 años: “Conocimos a Verdi cuando tenía 3 años y medio, sus propietarios conocían a mi padre y me dijeron que fuera a probarlo. Él era un joven semental muy popular y estaba en plena campaña de cubrición, se le notaba cansado, pero en cuanto le di un par de saltos vi que era especial”. Maikel lo montó entre los 4 y los 6 años, su padre completó su formación a los 7 y ya con 8 volvió a las manos de quien ha sido su jinete hasta hoy: “Cuando mi padre me lo devolvió empecé a hacer pruebas a 1’40 y en un año estaba en el equipo disputando el Campeonato de Europa en Madrid. Todo fue muy rápido, mucho más de lo que esperaba”. Maikel tenía en ese momento solo 23 años y, desde entonces, Verdi suma 2 Juegos Olímpicos (1 plata por equipos), 1 Mundial (oro por equipos), 3 Europeos (1 oro), 5 finales de la Copa del Mundo y 6 grandes premios internacionales además de copas de naciones y pruebas de la Global Champions League: “Verdi me ha dado un nombre y una carrera. Lo mejor de él es su cabeza, en los momentos importantes no falla, puede saltar en una pista pequeña o en Aachen y su rendimiento es el mismo, siempre se comporta igual y eso no es normal. Además, está muy sano, es un caballo que sabe administrarse saltando, se emplea lo justo y quizá por eso hoy sigue en activo pese a que empezó a saltar grande con solo 8 años”. Ahora, a punto de cumplir los 18, toca pensar en la retirada aunque cueste viendo el rendimiento del caballo en la pista: “Él está sano y feliz de ir a concursos y de saltar pero es importante parar en un buen momento, no cuando el caballo ya no rinda o esté lesionado. Creo que el próximo año puede ser ese buen momento y quizá Hertogenbosch puede ser un buen escenario para su retirada porque es uno de los mejores concursos de Holanda. Aún no tenemos decidida la fecha pero creo que 18 años es una buena edad para parar”. Maikel es consciente de que nada será igual sin Verdi pero también es consciente de que la vida sigue y que el futuro ya está aquí: “Va a ser muy difícil reemplazar a Verdi pero ahora tengo un par de buenas yeguas para competir a alto nivel como Dana Blue y Uthopia y Beauville Z está evolucionando muy bien.




El respeto a la personalidad de cada animal es una de las claves del éxito de los van der Vleuten. La familia ha trabajado siempre con caballos jóvenes a los que va formando y moldeando hasta llevarles hasta donde lleguen sin importar los plazos: “Tengo un método pero lo adapto a cada animal en función de su carácter y sus necesidades. Con los caballos jóvenes es fundamental confiar en ellos, darles tiempo y la oportunidad de que puedan evolucionar y mejorar. Me gusta trabajar de forma relajada, no meterles demasiada presión, hay que pedirles lo que pueden hacer en cada momento. Verdi, por ejemplo, estaba saltando 1’60 con 8 años pero otros caballos que también son buenos necesitan tiempo y saltar pruebas mucho más pequeñas a esa edad. Para que haya confianza mutua es necesario tener control sobre el caballo, por eso el entrenamiento diario en casa es tan importante. Lo bueno de trabajar con ejemplares jóvenes es que cuando llegas con ellos a la alta competición hay un conocimiento mutuo que es fundamental. Es habitual ver jinetes con mucho dinero que compran grandes caballos pero eso no quiere decir que vayan a conseguir grandes resultados”. El proceso de formación y aprendizaje es clave pero más aún lo es el proceso de selección: “Mi padre es el que compra. Muchas veces vamos juntos, él siempre me pide opinión pero la decisión final es suya. A mí me gustan los caballos con sangre y buena actitud.”




Maikel pasa la mayor parte del año compitiendo. El calendario internacional ha crecido considerablemente en los últimos años, especialmente los concursos 5* de máximo nivel, y eso tiene muchas ventajas…pero también inconvenientes: “Es bueno que haya muchos concursos pero puede que haya demasiados. Si estás en mi posición, en el top 20, puedes ir a un 5* cada semana pero no debes hacer más de lo que pueden hacer tus caballos. Si tienes varios de gran premio puedes organizarte pero no puedes exprimirles porque eso solo te funcionará bien unos pocos meses. Hay jinetes que compiten quizá demasiado a menudo porque piensan que su caballo está en buena forma y que hay que aprovecharlo hasta que dure. Si yo tengo un buen caballo quiero saltar con él ahora pero también quiero seguir haciéndolo dentro de 5 o 6 años. Por eso creo que es fundamental planificar en función del caballo y no de los interés del jinete”. Con un calendario tan ajustado, compatibilizar los intereses particulares con los de las federaciones y equipos nacionales parece a veces misión imposible. Maikel ha intentado siempre buscar un equilibrio entre ambos aunque no siempre resulta fácil: “Es difícil elegir entre concursos con mucho dinero y grandes campeonatos. Ahora tengo la fortuna de tener suficientes caballos para poder hacer ambas cosas pero si solo tienes 1 o 2 no es tan fácil. El Longines Global Champions Tour es más interesante por el dinero, somos profesionales y, al final, eres tú el que tiene que pagar las facturas pero los CSIOs son concursos magníficos en grandes escenarios. En las Copas de Naciones formas parte de un equipo y trabajar juntos en grupo es muy bonito”. Todos los jinetes sueñan con lograr medallas en grandes campeonatos y Maikel, que ya ha conseguido varias, no es una excepción pero reconoce que lo cambiaría por ganar 3 grandes como Aachen, Spruce Meadows y Ginebra: “Lo que hizo Scott Brash tiene un mérito increíble. Creo que es algo que nunca más volveremos a ver. En cualquier caso, mi sueño en el mundo de la hípica no es un resultado concreto sino seguir haciendo lo que estoy haciendo durante muchos años. Me encanta este deporte y mientras pueda seguir haciéndolo seré feliz. Sería fantástico conseguir títulos y medallas pero para mí lo más importante es ser capaz de conseguir buenos caballos y seguir compitiendo a alto nivel”.



Aparentemente tímido y reflexivo, pausado al hablar, Maikel van der Vleuten tiene los pies en el suelo aunque habitualmente los lleve calzados en un estribo. Su palmarés está repleto de triunfos pero sabe que el más importante y valioso es haber logrado ser feliz haciendo lo que le gusta. Y ahora trabaja duro para seguir disfrutando de él muchos más años.